Un adolescente, un móvil y tres meses… sin él.

En casa tenemos de momento, un adolescente con 14 años casi 15, que como todos los adolescentes tienen móvil, bueno lo mismo hay alguno que con esa edad no tiene móvil pero es raro, muy raro ¿No me digas que no?.

Y como la mayoría de los adolescentes, incluido el nuestro, sin ellos ser conscientes, usan demasiado el móvil.

La historia que te quiero contar va como sigue.

Nuestro adolescente suspendió la primera evaluación de mates. Allá por navidades y sabiendo que iba a tener un examen de recuperación después de las mismas le hicimos un plan de estudio con un número de ejercicios determinados para cada día. Porque todos sabemos que las mates como muchas otras cosas, es, como dice David Calle, nuestro super profe de unicoos:

«Practicar, practicar y aprobaréis»

Total que él como muchos otros nos dijo: «yo no pienso hacer tantos ejercicios» y le advertimos, si no apruebas te quedas sin ¿lo adivinas? efectivamente, sin móvil. Lo mismo piensas que es un poquito exagerado, que por una asignatura se quede sin móvil. Pero te voy a contar lo que pasó después.

Como también es habitual en los adolescentes tienen una confianza ciega en si mismos y piensan que los padres solo decimos las cosas por fastidiar y como se suele decir (madre mía que esté yo diciendo esto, con lo que fui)

«Más sabe de diablo por viejo que por diablo»
«La experiencia es un grado»

Nosotros también hemos sido adolescentes e inconscientes por naturaleza.

A lo que voy que me disperso. Llego el día de la nota de la recuperación y sacó un insuficiente y como dijimos se quedó sin móvil, hasta que no aprobase la asignatura. Es decir desde principio de enero hasta ahora finales de marzo, casi 3 meses.

¿Que ha pasado en estos tres meses sin móvil?

Aunque él no lo usaba todo lo que quería, los días de diario tiene y tenía 2 horas para utilizarlo y los fines de semana barra libre.

Al principio estaba enfadado, decía que no era justo, que solo por una asignatura, que algunos conocidos habían suspendido más y no se lo quitaban, que tan poco era para tanto, solo una asignatura, que si se lo dejábamos solo para esto o para lo otro que era un momentín. La respuesta era siempre la misma NO. Y créeme que cuesta, cuando te mira con carita de pena o se va solo a algún lado y no sabes hasta que llega que está bien, pero hay que resistir.

Según iba pasando el tiempo la cosa se iba suavizando y el tiempo que pasaba antes mirando el móvil lo empezó a usar para leer, para dibujar, para escribir, y aunque él no lo diga a estudiar.

Resultado: mejores notas en todas las asignaturas, más esfuerzo en todo, mayor creatividad al dibujar, antes sus dibujos estaban basados en otros que veía en internet, ahora salen de su imaginación. A avanzado en una historia que está escribiendo, que si algún día la termina va a ser muy buena. En general creo que ha sido muy bueno para él, aunque él piense lo contrario.

Este es uno de los dibujos que ha hecho sin el móvil.

Indio
Dibujo realizado con café.

Ya le hemos advertido, que si le vemos flojear en esta evaluación otra vez le pasará lo mismo. No  ha visto las orejas al lobo,  ha visto como se las cortaban y ahora está alerta, hace tiempo que no oímos eso de «yo no pienso…»

Y a ti ¿Te parece exagerado quitarle el móvil? ¿Tú qué hubieras hecho?

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9 respuestas a “Un adolescente, un móvil y tres meses… sin él.

    1. Muchas gracias por tu comentario. Como dices nos roba tiempo a todos, también es cierto que las tecnologías bien usadas nos aportan muchas cosas. Fíjate que hasta se vuelven más creativos para poner excusas para decirte porque necesitan usarlo, y otra veces es lo de siempre «¿y ahora como quedo yo con mis amigos?», «hijo, pues como hemos hecho toda la vida, en el instituto o por teléfono fijo» 😀

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  1. Los martillos y llaves inglesas son también muy útiles pero no nos pasamos con ellas todo el día… Está claro que la tecnología ofrece algo más que no simple utilidad, en particular un mundo virtual que compite con el real en el que dejamos de hacer muchas cosas reales y tangibles. Bien hecho, es un ejemplo que las acciones coercitivas aún tienen hueco en un mundo súper estimulado.

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